lunes, 6 de junio de 2011

UNA MINI HISTORIA DEL EROTISMO Y EL DESNUDO EN LA PINTURA (2): LA PINTURA ACADEMICA DEL S. XIX

Edward Poynter: La Cueva de la Tormenta: Ninfas (1903) 
Durante el S. XIX, en la Inglaterra victoriana, como en el resto de Europa, el desnudo y el sexo eran un tema  tabú. Esta represión generaba una todavía mayor obsesión, que llevó a desarrollar una hipócrita doble moral, que permitía en privado lo que negaba en público. Los artistas encontraron diversas formas para poder justificar la inclusión del desnudo en sus obras, ya que no se aceptaba su  representación del un ambiente contemporáneo. 

La primera fue el recurso a un mundo fantastico, onírico y de leyenda, frecuentemente relacionado con   criaturas marinas, sirenas, etc. Esto cobró mucho fuerza en Gran Bretaña, la mayor potencia marítima del mundo,  nación insular en el que el mar nunca está muy lejos. En esta obra de Lord Leighton, "La sirena y el pescador" se roza el limite de lo escandaloso para esta sociedad bien pensante. En una época cuya vestimenta femenina tendía a ocultar y disimular las formas del cuerpo, la abierta carnalidad y el contacto físico de los protagonistas roza el límite de lo pornográfico. 

Lord Leighton: "La sirena y el pescador" (1858)
En esta época las largas cabelleras se consideraban algo muy erótico, por lo que era muy fecuente su repreentación en estas obras. Este bellísimo cuadro de William Waterhouse ofrece todo lo que podía encandilar a la imaginaciónde los rígidos y encorsetados victorianos: belleza fascinante, libertad semi salvaje, la desnudez, y todo enmarcado en un paisaje preñado de misterio.

William Waterhouse: La sirena (1902)
El siguiente pretexto al que se podía recurrir era la Antiguedad Clásica. Este era un terreno abonado para  representaciones de esclavas, baños, termas y multitud de escenas que se prestaban admirablemente para  mostrar cuerpos desnudos. Lawrence Alma-Tadema, fue un extraordinario pintor, muy dotado para la representación de interiores, figuras marmoles, flores


En esta sobras se unía el interés artístico con el arqueológico, ya que la reconstrucciones fidelignas que realizaban los pintores eran de gran interés para el público. Se trataba de reconstruir y revivir una idealizada antigüedad griega y romana,  poblada exclusivamente con personajes nobles, hermosos y físicamente bellos.


Una variante interesante de las representaciones de la antigüedad fue el mundo babilónico. Mezcla de  refinamiento y crueldad, el final cataclísmico y sangriento que se le atribuía, lo hacía muy apto para turbadoras y agitadas pinturas en las que un gran número de seres se arremolinaban tratando de evitar su trágico final.   
Delacroix:  "La muerte de Sardanápalo"
Otro campo que fascinó a los europeos fue Oriente. Una seductora combinación de refinamiento, sensualidad y barbarismo, emanaba de aquellas lejanas tierras, atrayendo a los artistas y público como moscas a la miel. Esta moda fue iniciada por Delacroix, con su viaje al norte de Africa en 1832. Las pinturas ambientadas en Argelia causaron honda sensación en Francia, abriendo los ojos a los europeos a un mundo nuevo que sin embargo tenían relativamente próximo. 

Mariano Fortuny: Odalisca
Para los reprimidos occidentales, sobre todo el harén representaba lo prohibido, lo negado y lo deseado. Constituía la puerta abierta a las fantasías mas íntimas, la incursión en el mundo secreto de la privacidad femenina, poblada de juegos ingenuos y a la vez eróticos. No es de extrañar que  proliferasen visiones  de carnales odaliscas, interiores de harenes y baños turcos.
León Gerome: El baño turco
Gerome: Interior del harén

Masriera: Una belleza del harén

Por último, siempre estaban triunfantes y disponibles los mitos griegos y romanos de la Antigüedad. Las andanzas de Júpiter, el nacimiento de Venus y todas las combinaciones que se quisieran de faunos, dioses, ninfas y héroes, aportaban todo el material que se desease para cuadros 


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