sábado, 28 de mayo de 2011

UNA MINI HISTORIA DEL DESNUDO Y EL EROTISMO EN LA PINTURA (1): DEL MEDIEVO AL S. XIX

Rubens: Leda y el cisne

El desnudo ha sido siempre una de los temas más atractivos y controvertidos para los artistas y el público. Seguir su evolución en la historia del arte es contemplar la progresión de los tabues y convenciones sobre el cuerpo, la moral y el pudor a lo largo de las épocas.

Al contrario que otras religiones, que integraron con naturalidad la dimensión sexual del hombre como un elemento más de su globalidad, el Cristianismo tendió a negarla y reprimirla. Los responsables fueron la marcada antipatía de San Pablo hacia la unión sexual, y los tabúes sobre el sexo que la herencia judía del Cristianismo arrastraba. Esto generó una idea condenatoria del sexo y lo placentero, que en Occidente ha perdurado casi hasta hoy.

Las consecuencias en la historia del arte occidental son fundamentales, ya que la representación directa de lo sexual pasó a estar prohibida. Durante siglos los artistas se acostumbrarán a manejar siempre un repertorio de símbolos, mitos y alegorías para plasmar de manera sublimizada y codificada todo lo relacionado con el cuerpo, la desnudez y el sexo. Buena parte del arte occidental es el resultado de este conjunto de ideas, creencias y frecuentes represiones.

Abadesa Herrad von Landsberg: "El infierno" (1176)
Para la mentalidad del hombre medieval, el cuerpo es un contenedor doliente, receptáculo de enfermedades y sentina de vicios. La carne es algo débil, temporal y perecedero. Como la muerte está a la vuelta de cada esquina, parece de necios el recrearse o darle importancia a lo físico. Los desnudos que se representan, son pues desgarbados, de líneas agudas y bastante alejados de cualquier intención sensual.

El Juicio Final. Sant Angelo. Fromis. (Italia)
La pintura es una arte al servicio de la Iglesia y en temas como la "Expulsión del Paraiso"  y el "Juicio Final", aparecen las almas desnudas abrasándose en las llamas del infierno, ante las miradas complacientes y satisfechas de los demonios. Las representaciones sexuales se "cuelan" por capiteles y esquinas, asociadas muchas veces con lo grotesco y satírico, así como con la fecundidad. Esta era muy importante en una sociedad necesitada de repoblar amplios territorios y en la que hacia falta abundante mano de obras para las tareas agrícolas.

Boticelli: el nacimiento de Venus
Esta situación cambia con la llegada del Renacimiento. La vuelta a los ideales de  belleza de la antigüedad clásica, un nuevo optimismo ante la vida  y la convicción que el ser humano está hecho por Dios a su imagen y semejanza, legitiman una visión nueva del cuerpo desnudo. Este se idealiza y embellece, se convierte en algo noble y magnífico. La carne ya no es algo doliente, sangrante  y amortajado, sino material glorioso y nacarado en el cuerpo de Venus. Se copian e interpretan las estatuas griegas y romanas, se desarrollan cánones de belleza masculina y femenina y para pasmo de los fieles, las iglesias se llenan de desnudos.  

Miguel Angel: Adán
Pero la pintura ya no es un arte exclusivamente religioso. Junto con la visión del cuerpo como la más noble encarnación de valores humanos trascendentes, el erotismo y la sensualidad más refinada van a entrar también en las mansiones de los poderosos. Eso sí, siempre envueltos en elaborados ropajes mitológicos, que sirven como pretexto perfecto para presentar las más exquisitas fantasías. Las clases privilegiadas siempre mantendrán una doble moral, reservándose para su disfrute privado lo que públicamente condenaban.

Bronzino: Venus y el Tiempo
El erotismo también está presente en numerosas representaciones  de desnudos masculinos, que sirven como vía de escape a una homosexualidad severamente reprimida (Miguel Angel vivió atormentado por ella toda su vida). De unas representaciones idealizadas y etéreas del cuerpo, se va pasando a otras de una carnalidad bastante palpable.

Caravaggio: Amor
Los pintores del barroco oscilarán entre los que gustan de representar en sus obras amables y coloristas desnudos, cuajados de abundancias florales, alegorías mitológicas y carnes opulentas (Rubens, Tiepolo, Luca Giordano)

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Y en el lado opuesto se situarán los que buscan un realismo extremo, empleando magistralmente el claroscuro y la austeridad cromática (Caravaggio y Rembrandt)  Este último es capaz de investigar lo humano de una manera desafectada, conmovida y sincera, logrando representar el cuerpo de una manera a la vez hermosa y doliente.

Rembrandt; Betsabé
Se va generalizar durante este periodo la realización de obras sagradas impregnadas de la misma sensualidad  que las profanas. San Sabastián se convierte en el auténtico icono gay de la época. Sus representaciones contienen una fuerte carga erótica, pese a ir destinadas a  las iglesias.

Guido Reni: San Sebastián
Durante el Rococó, el refinamiento, la sensualidad y la picardía van a estar a flor de piel. Pintores como Boucher se van a especializar en la representación de las sucesivas favoritas reales. Retratadas en poses de lo más sugerentes, su visión debía de colmar de satisfacción y solaz al afortunado monarca.

Boucher: Odalisca morena
El desnudo femenino es un tema que apenas es tocado por los pintores de la católica e inqusitorial España. Solo rompen esta norma la "Venus del espejo" de Velázquez y la  "La maja desnuda" de Goya. Este es  uno de los cuadros que más tinta han hecho correr a lo largo de la historia. Sabemos que era propiedad de Godoy, que había instalado un ingenioso sistema por el que aparecía detrás de la otra maja, que se elevaba. Siempre se sospechó que la retratada  era la duquesa de Alba, aunque no hay pruebas concluyentes. A las magnificas cualidades pictóricas del cuadro hay que señalar que Goya pinta el desnudo realista de una mujer contemporánea, con absoluta ausencia de excusas mitológicas. El erotismo de la obra se ve acentuado por la representación del vello púbico, algo tabú hasta entonces.  

Goya: La maja desnuda (1799)
"La fuente" de Ingres, es la imagen de la sexualidad contenida y sublimada, representada por sutiles metáforas, que predominó durante el Clasicismo. Se representa un cuerpo a la vez carnal e idealizado, de formas suaves y redondeadas, que generará toda una escuela. Es de destacar la ausencia de vello de  cualquier tipo así como cualquier insinuación de los genitales..

Ingres: La fuente (1852)
Frente a la represión y corrección académica, entra en acción un artista como Courbet, decidido a transgredir los límites de lo moralmente aceptado. Pinta este provocador cuadro, al que llama sin empacho "El origen del mundo". Presenta el cuerpo femenino con un grado de verismo inaudito hasta entonces, lo que genera un notorio escándalo.

Courbet: el origen del mundo (1866)
¿Que era lo que el público esperaba y aceptaba? Pues elaboradas composiciones académicas, donde en ningún momento se ofendía el "buen gusto". Estos cuadros podían ser contemplados tanto por caballeros como por respetables damas, sin que en ningún momento peligrase el pudor y la decencia. La excusa mitológica siempre era la coartada perfecta para poder contemplar un esplendido desnudo.

Excelente ejemplo de desnudo de "buen gusto". Bouguereau: "El nacimiento de Venus" (1879) 
Avanzado el S. XIX, aparece otro provocador, Manet. Realiza este retrato de una prostituta, recibiendo el regalo de un cliente. No hay ningún tipo de pretexto alegórico que desvíe la atención de la crudeza del tema. Cierta vulgaridad y sordidez impregnan el cuadro y el cuerpo de la muchacha no recibe ningún tratamiento dulcificador, que evite al público contemplar aquello que prefiere no asumir. Irónicamente Manet titula el cuadro "Olympia" , el nombre de una diosa.

Manet: Olympia (1863)
                                                         JOSE PAYA ZAFORTEZA

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